martes, 9 de junio de 2009

Como si fuera ayer

Cierra la puerta del departamento y mientras camina por el palier para salir del edificio revisa sus bolsillos para asegurarse de no olvidar nada. “Llaves, plata, documentos” repasa mentalmente, mientras pone play en su ipod y empieza a sonar música en sus oídos.
Llega a la puerta de salida, la abre y lo primero que siente al salir a la calle es el sol que pega en sus ojos, por lo que atina casi en un movimiento automático a ponerse los lentes de sol que descansaban sobre su cabeza.
Emprende camino hacia el lugar de encuentro, hacia donde se llevará a cabo la cita. Mientras transcurren las cuadras piensa en su cara, en su sonrisa en todo lo que la conoce, pero por sobre todo en lo que le falta conocer.
Mira su reloj, está unos minutos temprano, pero aún así no afloja la marcha, siempre gustó de tener paso ligero.
Va mirando la gente que pasa, busca caras conocidas de tantos años de barrio. Las costumbres parecen no cambiar y la gente tampoco.
Al llegar al puente que cruza la vía, se asoma hacia abajo fascinado como hacía cuando era chico, esperando ver que justo pase un tren y poder quedarse ahí para sentir la vibración de sus pies que mueven su cuerpo entero.
Lamentablemente en ese momento no pasa ningún tren y a pesar de eso sigue su camino con una sonrisa en la cara. No es su prioridad ahora ver el paso del tren y el recuerdo de la infancia se borra rápidamente pensando en el pronto encuentro, el que lo alegra en este preciso instante.
Llega al cruce de las avenidas donde deben encontrarse y se fija si ella llegó. Como era de esperarse al estar unos minutos temprano, no ha llegado. Decide esperarla parado en la esquina, apoyado en un palo de luz, escuchando música y deseando que pasen rápido los minutos.
Al poco rato siente dos manos que le tocan la cintura. Un escalofrío recorre su cuerpo, como una nueva sensación que tiene el gusto de lo ya vivido, pero que es nacimiento cada vez.
Se da vuelta para mirarla a la cara y esa hermosa sonrisa termina de hacer el recorrido final del escalofrío que muere en su pecho dejando una cálida sensación de placer.
Ella acerca su cara a la suya y le da un beso que le dice muchas cosas que ya pensaba. Solo sabe que eso se va a repetir una y otra vez y eso mismo pensó 20 años antes cuando un día como ese, se encontraban por primera vez en ese mismo lugar, casi como si fuera ayer.