lunes, 29 de septiembre de 2008

Con olor a nuevo

Cuando observamos la vida cotidiana de las personas, existe un sinnúmero de boludeces que hacemos todos, que no lo podríamos creer. Y las hacemos con la mayor naturalidad del mundo, porque inconscientemente sabemos que no estamos solos.
Por ejemplo, a todos nos gusta el olor a nuevo del auto; por eso le dejamos los plásticos a los asientos lo máximo posible y tratamos de no ponerle ninguno de los desodorantes de ambiente que nos dan en el lavadero de autos. No dejamos que nadie fume adentro del auto y si nosotros fumamos, dejamos el brazo completamente fuera del auto, cosa que si pasa un camión cerquita, nos quedamos como Sciolli. Cuando tiramos el humo, sacamos lo más que podemos la cabeza para evitar que el mismo se meta en el auto, pero al mismo tiempo tratamos de mirar de reojo hacia adelante.
También nos gusta el olor a nuevo de los zapatos, tanto tanto que cuando los compramos y volvemos a nuestras casas, lo primero que hacemos es sacarlos para olerlos. Cuando se los mostramos a alguien, en lugar de decir: “mirá qué lindos zapatos”, decimos: “tomá, olelos”. Cada vez que nos sacamos los zapatos después de usarlos los volvemos a oler para corroborar que todavía no se haya ido ese aroma super agradable. Obviamente implementamos el uso de talcos en los pies, para evitar que el olor a pata se les impregne enseguida. También cuidamos de no usar mucho; no vaya a ser que a los zapatos les quede el olor al polvo desodorizante.
Otro aroma que disfrutamos es el de los departamentos nuevos. Debe ser esa mezcla de resabios de pintura y pegamento, que lo hace super tóxico y adictivo al mismo tiempo. Además, creo que ese aroma nos lleva a volar y pensar cuando tengamos el departamento listo, con todos los muebles, los adornos, y las demás cosas.
Ahora, siempre me pregunté qué es lo que nos gusta del “olor a nuevo”. Si realmente existiera dicho olor, todo lo nuevo tendría ese olor. Por otro lado, alguna de las más famosas fábricas de perfume se hubiese encargado de preparar el frasco de 200 ml de “Fragancia a nuevo – Como nuevo, todos los días”, o algún nombre con slogan parecido.
Lamentablemente, hoy en día estamos tan acostumbrados a la desocupación, a correr de atrás a la inflación, la necesidad del reciclado constante, que de a poquito nos empieza a gustar más el “olor a segunda mano”.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Babar y la rehabilitación...

Este post es un "cut & paste" de un upload que le escribí una vez a un amigo para su blog sobre el elefantito Babar. Aprovecho para aclarar que este blog no intenta ser ni gracioso, ni serio, ni denunciante, ni anunciante, ni antidiarreico. Es casi casi un back up de las boludeces que se me ocurren escribir...

Situación: el elefantito Babar sentado en su trono, mirando la tele del cuarto (siempre hace con la puerta abierta, para poder seguir mirando mientras hace sus necesidades).
Una propaganda le llama la atención: “Antes odiaba a las mujeres? AHORA DENÍGRELAS… En la clínica del Dr. Pajeeta, llegue alicaido y VAYASE ERECTO”.

“Wow” pensó, es lo que andaba necesitando.

A los dos días Babar ya estaba internado. La primera mañana se levanta y va al salón común a desayunar. Se encuentra con el programa de actividades del día:
10.00 hs: El alcohol y mi perro, mis mejores amigos.
11.00 hs: Coger no es amor, es mucho mejor.
12.00 hs: Jardinería y tareas varias de granja (enterrar la batata, pelar el choclo, meter el tractor en el galpón, vacunar los gatos, etc).
13.00 hs: almuerzo.
14.00 hs: la música prohibida y sus consecuencias.
(Al leer esto Babar notó que por todo el comedor había carteles prohibitivos permanentemente; “NO se puede escuchar Franco de Evita, en especial ”; “PROHIBIDO comer galletitas AMOR”; “REPUDIO a Antonio Ríos y Chichi Peralta”).
16.00 hs: el levante. La actuación y las frases útiles (“te llamo un remís?”; “solo la puntita”; “ya borré las fotos”; “pasame tu celu que yo te llamo”).
18.00 hs: cóctel de despedida y previa.

Ante semejante Schedule (Babar es cosmopolita), Babar se sorprende y se pone contento.
En el transcurrir de la tarde se da cuenta que el lugar solo es atendido por camiones con y sin acoplado.
Va conociendo gente, hasta se encuentra con otros animales de la selva:

Cocodrilo: Hey Babar! Yo te tengo de algún lado…
Babar: Mmm… yo a vos también.
Cocodrilo: Puede ser, qué se yo, de alguna partuza de esas grosas, jajajaja, es que siempre termino dado vuelta y no me acuerdo de nada!
Babar: jajajaj, que lime que sos.
Cocodrilo: seeeeee! Jajjaja!
Babar: Che, y por qué estás acá!
Cocodrilo: estoy cansado de las minas. Siempre ando con una o dos, pero no sé… no las entiendo, o las entiendo demasiado.
Babar: ahh, pero vos sos un dandee. Un cocodrilo dandee (cuak!).
Cocodrilo: No, no, lo que pasa es que tengo el llanto fácil (cuak 2!).
Babar: Bue, pibe, que te mejores, yo solo vine porque me dijeron que está lleno de trolas…
Toallín: fumamos uno?
Cocodrilo: de dónde salió este petizo?
Babar: es un amigo, dejalo!!!!

(a los 15 minutos)

Todos juntos: ALGUNAS NOCHEESSS, SOY FACILL, UOOOO, UOOOO, NO ACATO LÍMITESSSS!!!!

Babar: cómo me gusta escuchar Babasónicos fumado!!! Jajajaja, se escuchan ruiditos todo el tiempo y me re cuelgo!
Cocodrilo: seeeee, es increíble. Bancá, bancá, que tengo que mandar un mensajito…
Babar: pará men, querés que nos echen? Están prohibidos los celulares acá…
Cocodrilo: es que me da nostalgia.
Babar: ves que sos un gil? Para qué pagás la granja? Encima vos sos reincidente. No funcionó el ambulatorio, ahora estás internado. La próxima te van agarrar y te van a mandar a la salita blanca y de ahí no se sale.
Cocodrilo: te vuamatarrrrrrrrrgggggggghhhhhhhhhhh!!!!!!!!!

Y así Babar se olvidó de sus problemas y se enfiestó con dos gatos de Sofovich, Fontana Rosa, Marta Minujín que había dejado el micro escolar en la puerta, Malena Candelmo (Babar ni se acercó a él/ella), una de las trillizas de oro, una prótesis mamaria vencida y un titular de un diario (el dueño, no una noticia).

lunes, 15 de septiembre de 2008

Pasea Perros

A veces voy caminando por la calle y veo la gente que pasea a sus perros. Uno se da cuenta que existen diversos tipos de “paseadores de perros”. Y no me refiero a los que se ganan la vida con esa actividad, sino a los que lo hacen con su perro particular.
Están los “tiradores”. Son esos que disfrutan con el sonido afónico que emiten sus perros cuando tratan de correr como locos y ellos tiran de sus correas para no dejarlos que se alejen. Cuando los ves, vas pensando en el pobre perro que no le llega la sangre al cerebro de tanto que el dueño tira de la correa, mientras el pobre va gimiendo y babeando a lo loco. Pobre de ellos si se les cruza un gato e intentan salir corriendo.
Después, están los “boludos”: llevan a su perro suelto y van mirando para cualquier lado, como si no fuera de ellos. Entonces, cuando el perro se frena a mear o a cagar, para no alejarse mucho se frenan ellos también en forma disimulada y se ponen a mirar el cielo, se atan las zapatillas o miran la entrada de cualquier casa como fascinados por la impresionante obra arquitectónica, que no es más que una puerta de madera prácticamente destruida. Son los mismos que no se les ocurre levantar la suciedad que hace su perro.
También están las “viejas cuida”. Típica vieja de unos ochenta o más años, que llevan a su pequinés o cualquier perro chico e histérico como con miedo. Cuando se acerca a ellos un perro un poquito más grande o están por cruzar la calle, lo alzan a upa y los tienen como bebés. Esas mismas señoras son las que los bañan todos los días, los peinan, los mandan al psicólogo, les pintan las uñas y les ponen un moñito rojo en medio de la cabeza, como si fuese un perro de peluche.
Por otro lado están los “instructores”. Llevan a su perro con correa de ahorque, pero sin tironear. Lo van mirando fijo para que no se mande ninguna macana y cuando se aleja un poquito le gritan “junto!!!” y tiran fuerte de la correa para dejarlos sin aire y que de esa manera bien pedagógica aprendan a no alejarse. Cuando llegan a una plaza, se acercan a otros dueños de perros y les muestran con orgullo lo bien que entrenaron a su mascota.
No nos podemos olvidar de los típicos, antíguos y nunca bien ponderados, “paseadores de levante”. Son los que se consiguen un cachorro para atraer chicas. Van caminando con el pichicho, mostrándolo lo más que pueden, para que una inocente mujer se les acerque y les diga: “pero qué tierno!!!” y ahí ZAS! le tiran el zarpazo. Una vez que el pobre animal crece un poco y se vuelve feo, hacen el plan canje y se consiguen otro cachorro, esta vez rengo, para que de más ternura todavía.
Y bueno, no podríamos dejar de nombrar finalmente a los profesionales. A los que vemos a diario con 15 perros atados a su cinturón, que caminan lo más pancho por la vereda, al mismo tiempo que un tipo con un solo perro mediano va flameando mientras el perro corre a una paloma.
Son unos tipo que deben tener la habilidad del Dr. Doolittle, porque sino no se entiende cómo hacen para que los perros no se enloquezcan y salgan corriendo cada uno para un lado; son los mismos que llegan a la plaza y atan a todos los perros en un poste, y se sientan en un banco a tomar sol, cerveza o lo que venga, con otros profesionales del rubro, mientras que el dueño en la casa pensando que el perro se está cansando y va a volver más tranquilo a la casa. Lo que no sabe es que lo que está pagando son los puchos y la birra del pasea perros.

AH! Y si llega a llover, soñá que te lo saque a pasear!

miércoles, 10 de septiembre de 2008

CUIDADO!!! Carteles explícitos...

En la Argentina de hoy en día, en la vida barrial y cotidiana, en el ir y venir de la rutina, hay un montón de mensajes que nos da la sociedad en que vivimos que ya nos indica el modo de vida que vamos a llevar. Son carteles informativos, señales que nos quieren advertir el modo en que se manejan las cosas y que no vamos a poder cambiar. Nos dicen “cuidado, esta ciudad es de locos”, o si queremos ser pesimistas nos dicen “sálvese quien pueda”; de todas maneras, nosotros no le damos importancia porque ya estamos acostumbrados a ver estas señales, y no aprendimos nunca a leer entre líneas. No hablo solamente de canal 9 que ya es tan evidente que no hace falta leer entre líneas. Hablo de simples cartelitos indicativos de distintas cosas, que sin quererlo, llevan todos al mismo lugar.
Para ser claro, voy a dar un ejemplo: el otro día iba en el colectivo viajando tranquilo, privilegio simple si los hay (teniendo en cuenta que cada dos por tres se sube el vendedor de mentitas, de monederos de cuero y de medias de lycra irrompibles que se pueden estirar de una punta a la otra del colectivo), cuando levanto la vista y veo el típico cartelito que dice “Mire atrás al bajar”. Al principio no le di ni bola, ya que este cartel está ubicado, sea donde sea, en todos y cada uno de los colectivos del 97% de las líneas. Entonces me puse a pensar qué pasa si cuando quiero bajar, el chofer se arrima bien cerca de la vereda, para que yo baje directamente a la misma. En ese caso, sería una tontería que mire atrás cuando bajo, porque lo máximo que me puede pasar es chocarme con una persona que viene caminando. Pero lo mismo podría pasarme si viene caminando una persona del otro lado. De esta manera deduje que el cartel ya nos estaba diciendo que el colectivo no iba a parar justo al lado de la vereda, sino que el chofer iba a frenar donde se le cantaba, ya sea en medio de la avenida, cruzándosele a un taxi, o pasando por arriba de un grupo de motoqueros. Es por eso que hay que estar atentos cuando bajamos del colectivo; tanto como cuando frenamos en el semáforo de F. Alcorta, frente al aeroparque, ya que pueden cruzarse motos, autos, aviones, trenes de aterrizaje, etc.
Otro cartel nefasto, pero que pasa inadvertido, es el que aparece cada tanto en la ruta y que dice “No arroje basura en la ruta”. Yo pienso, a quién se le puede ocurrir vaciar el mate en medio de la autopista; o limpiar el cenicero en la Panamericana; o tirar la lata de gaseosa en la 25 de Mayo? Pareciera que a mucha gente, porque sino, no haría falta ese cartel.
Otra de las señales de la falta de consideración como sociedad, es la conjunción loma de burro-cartel de “despacio, esuela”. Es casi indignante pensar que si hay un cartel con el dibujito de unos niños cruzando la calle, que le indica al conductor del automóvil que se está acercando a una zona de una escuela, y que por ende tiene que tener cuidado y atención por si alguno de los chicos cruza sin mirar, no se puede entender que además se tenga que poner como medio físico una loma de burro, para obligar al conductor a reducir la velocidad. Pareciera que lo único que lleva al dueño del auto a tener precaución y disminuir la velocidad, no es la posibilidad de un accidente con un niño, sino la posibilidad de que se le dañe el auto y tenga que pagar su refacción.
Así, la Argentina va a seguir acumulando carteles, señales, luces y todo tipo de advertencias para tener que hacer las cosas que TODOS deberíamos hacer por naturaleza, o también para que tengamos cuidado de esas cosas que NO deberían pasarnos. Por eso, también propongo la instalación de un letrero en las inmediaciones de la casa rosada que diga: “Cuidado. Presidente”; otro que al entrar en las AFJP diga: “Cuide sus objetos personales. No nos responsabilizamos por la pérdida de los mismo”; finalmente uno en los telos y en las llamadas “villa cariño” que diga: “Si va a tener relaciones sexuales, tenga cuidado de no traer un niño a ESTA Argentina”.